Santiago
Abascal, que es presidente de “Vox”, el único partido que se opone a la
inverecundia política que desde 1978 infecta a España, quiere que se ilegalice
a todos los partidos políticos “que quieran romper la unidad de España”.
No hay ningún
partido político cuya mera existencia no implique su propósito de fragmentar al
país: la etimología descubre que “partido” es una fracción del todo.
Así que la
propuesta de Abascal merece ser tenida en cuenta pero como base de partida que
permita llegar a la conclusión de que solamente la supresión de TODOS los
partidos españoles evitaría fragmentar el conjunto, que es España.
Todo cambio
precisa un reacomodo y el que supondría para el enjuague político nacional
acabar con los partidos políticos sería un cambio revolucionario, un proceso de
cuyo término es imposible vaticinar el resultado.
Lo más
probable, si Santiago Abascal tuviera oportunidad de hacer realidad su
propuesta y hasta de culminarla encaramándose al prisma de la pirámide del
poder, es que todo seguiría en España, más o menos, como ahora.
Porque, el objetivo
fundamental del gobierno que encabezara sería, como el de todos los gobiernos,
eternizarse en el poder.
¿Y eso como se
consigue?
Pues evitando
por todos los medios que le permita el ejercicio del poder que un ambicioso sin escrúpulos consiga
mandar en vez de seguir obedeciendo.
Así fue antes,
así es ahora y así será siempre.
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