En una vivienda que sirva para que sus
ocupantes vivan con comodidad no pueden faltar la despensa ni el sumidero.
En España, vivienda
de los españoles, la despensa funciona más o menos bien gracias, o por culpa,
del gobierno central que hace acopio de lo que todos producen y reparte lo que
todos consumen.
¿Y el sumidero?
En España el
sumidero son las autonomías, insaciables transformadoras en detritos llamados
“deficit” de los recursos alimentarios que desde el Estado Central les lleguen.
Suelen gastar las
Comunidades Autónomas más de lo que reciben del Gobierno Central y de lo que
ellas detraen de sus propios administrados.
La diferencia entre
los fondos que administran esas administraciones comunitarias y lo que ingresan
por todos los conceptos se llama déficit.
Las comunidades
autónomas españolas han gastado sistemáticamente más de lo que ingresan, por lo
que su déficit se cifra ahora en 286.000 millones, 157.000 de ellos al Estado Central y el resto a diferentes
acreedores.
Para dejar de ser
insolventes según criterios internacionales, las comunidades autónomas
españolas, que recaudan unos 128.000 millones de euros al año, deberían rebajar
unos 150.000 millones de euros del total de sus deudas.
Si la España de las
autonomías se ha demostrado un fracaso económico, todavía más grave es su
incidencia negativa para la consolidación política de la Nación española.
En al menos cuatro
de las 17 comunidades autónomas el sentimiento separatista residual
históricamente se revigoriza cada vez más, y empieza a parecer una posibilidad
más o menos remota la fragmentación de España como Estado Nacional.
¿Por qué sobrevive
la España de las Autonomias?
Porque, lo mismo
que los atracadores profesionales, los políticos consiguen más fácilmente su
botín donde de la vigilancia se encarguen varias empresas policiales
enfrentadas entre ellas que de la que solo un responsable asuma la persecución
de los ladrones.
Conclusion:
Si los españoles
quieren volver a Una España Grande y Libre que acaben con las autonomías, metan
en la cárcel a los políticos y obedezcan, adulen y veneren al que mande.
“Comme il faut”,
que dicho en francés suena más suave pero que en español significa “como debe
ser”, “como siempre ha pasado”.
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