Donde las dan
las toman y, de Quevedo para acá, ya sabemos que el alguacil puede ser
alguacilado.
Pues bien: hay
separatismos que en su germen cromosómico son portadores del irrefrenable
instinto separatista.
Está pasando
en Cataluña, esa región española que tanto porfía para separarse del resto de
España.
Y es que no
todos los catalanes sufren el contagio separatista, ni con la misma intensidad.
Así que, si lo
que hasta ahora es una de las 17 comunidades autónomas del Reino de España consiguiera
independizarse, no acabarían los problemas de Cataluña sino que sería el punto
de arranque de un imparable frenesí separatista.
La actual
Cataluña sería como una ameba: entraría en un proceso reproductivo por
partenogénesis haploide, consistente en su sucesiva partición en dos mitades.
Todavía no se
ha librado Cataluña del yugo opresor de España y ya se cierne sobre el futuro
estado independiente la amenaza separatista.
Los catalanes dicen
que la independencia los hará más felices porque les permitirá dejar de pagar al
resto de los españoles que son más pobres, y ese mismo argumento se está
volviendo contra ellos.
De hecho, ya
existe la asociación para que Tabarnia (el antiguo territorio catalán que
abarcaba el Condado de Barcelona) se segregue de la Cataluña independiente.
Barcelona y
Tarragona serían los núcleos urbanos más destacados de Tabarnia, que se
extendería desde la comarca de la Selva Española, al norte, a la del Baix Camp,
al sur.
Carla Arrufat,
que preside la Asociación por la Autonomía de Barcelona, se queja de que
“Barcelona y su área metropolitana aportan el 89 por ciento de los recursos de
la Generalitat y solo reciben el 59 por ciento”.
“Prefiero una
Barcelona fuera de Cataluña a una Barcelona fuera de España”, sentencia la
presidenta Arrufat, que se queja porque
” no es que no queramos ser catalanes, sino que (los separatistas catalanes) no
nos están dejando otra opción que la de separarnos de Cataluña”.
Conspìcuos
observadores de la realidad catalana apuntan que, si la tentación separatista
se radicaliza y extiende, podría suponer la ruptura de la armonía familiar en
el piso que compartan.
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