sábado, 14 de enero de 2017

ESPERANDO (IMPACIENTE) A TRUMP

Vaya usted a saber si, después de todo lo malo que los listos progresistas  han dicho de Donald Trump, el inminente presidente norteamericano no va a ser tonto.
A) Ya no se discute si construirá o no su muro fronterizo con México, sino si serán los norteamericanos o los mexicanos los que paguen la obra.
B) Trump ha decidido cerrar la válvula de escape que para el régimen cubano eran las facilidades para integrarse en la sociedad norteamericana a los llegados desde Cuba.
A partir de ahora, el castrismo tendrá que gastar recursos y prestigio adicionales para reprimir a los descontentos del régimen, condenados a seguir en la isla.
¿Y el mandarín chino que ya enseña su coleta desde la cumbre de los Urales, al desequilibrar las economías del resto del mundo con las baratijas que desplazan del mercado mundial a las manufacturas de los demás?
Y todavía falta una semana para que Trump empiece a hacer lo que dice que va a hacer.
 ¿Y si, por un casual y en un rasgo de lucidez se le ocurriera resolver el más difícil todavía de todos los difíciles problemas que debe solucionar?  
Me refiero al de España, ese país que durante la mitad de su historia le creó problemas al resto del mundo y durante la otra mitad se los esta creando a sí misma.
A lo mejor, y en uno de sus fogonazos geniales, se le ocurre a Trump resolver el problema español, haciendo de España el estado 51 (quincuagésimo primero, dirían los finos) de la Union Americana.

A partir de entonces, y eso es tan cierto como que morir habemos, empezará la decadencia de los Estados Unidos.