lunes, 16 de enero de 2017

EL PUNTO DE INFLEXION

Esos alquimistas esotéricos para los que el punto de inflexión es aquel en que lo convexo deja de serlo para pasar a convertirse en cóncavo lo entienden de esa manera.
Para los que necesitamos contar con los dedos para descubrir que dos y dos son cuatro, el punto de infección es el momento en el que dices “hasta aquí hemos llegado y, de ahora adelante borrón y cuenta nueva”.
Si bien se mira, puntos de inflexión son todos y todos los momentos lo son porque el presente es fugaz como un evasor de impuestos, de manera que el punto anterior al de inflexión es diferente a los anteriores y a los posteriores.
En definitiva, que si como hoy he leído por ahí, el actual es el momento de inflexión del Partido Socialista porque quien se alce con su secretaría general marcará la impronta de su futuro, es como si  Cole Porter hubiera vuelto a cantar su begin the beguine en “Casablanca”.
Ni el Invicto Caudillo, que admitía a regañadientes que Dios tenía un poder superior al que él usufructuaba, fue incapaz de acabar con el partido socialista, cuanto menos va a poderlo hacer Patxi López, por muy vasco que sea.
No hay que tener miedo, pues. Mientras haya ilusos que prefieran condicionar la libertad del hombre sometiéndolo su antinatural igualdad, habrá socialistas y gente de izquierda.

Porque, como la mujer se distingue del hombre por su capacidad de engendrar de la que el segundo carece, la izquierda se distingue de la derecha porque supedita el derecho natural humano a la libertad, al condicionamiento antinatural de la igualdad.