martes, 24 de enero de 2017

EL PARNÉ O DINERO



En ésta España, que algunos creen que no existió hasta 1975, está de moda desde hace un lustro hablar de la corrupción como antítesis de la honradez y todo porque los que mandan, como ocurre desde que el mundo es mundo, se quedan con lo que no era suyo hasta que se lo apropiaron.
Y es que a eso de la honradez del que mande le pasa como al himen, que en tiempos pasados tasaba el valor de las que lo conservaban y ahora minusvalora a las que tardan en perderlo.
A los que rentabilizan su privilegiada posición de poder político engordando su patrimonio habría que, en justicia, estarles agradecidos porque su corrupción permite que el dinero cambie fluidamente de manos y circule, esparciendo riqueza entre todos los que lo manejen.
Porque el dinero, como herramienta de trueque que es, pierde su utilidad si no se mueve porque la corriente se lo lleva como al camarón que no nada.
En todas las épocas de la Historia, y por consiguiente también en ésta, el dinero que facilita acceder al poder ha servido de baremo social.
Tanto tienes, tanto vales.
Así, sin careta, sin condicionar ese axioma al método seguido para tener lo que tengas.
Por lo general, el que tenga más dinero lo logra gracias a que otros tengan menos.