miércoles, 8 de febrero de 2017

LAS PURGAS DE IGLESIAS

Echemos la vista atrás como en mala hora hizo la mujer de Lot, para comprender mejor lo que ha empezado a empezar en España: las purgas entre la dirigencia de los rojos españoles actuales, que tanto entretuvieron en su tiempo a Josef Stalin, modelo de los rojos universales.
Los rojos de aquí tienen en Pablo Iglesias a su Stalin particular y ya se ha arremangado para decapitar (por ahora en sentido figurado) a la vieja guardia que lo empujó al poder, capitaneada por Iñigo Errejón, que tanto me recuerda a Trotsky.
Tan contradictorio sería que hubiera rojerío sin purgas como que se plantara un jardín sin rosales de pitiminí, y los rojos españoles, hasta ahora, solo han tenido purgas de guardarropía, asilvestrados rosales con más púas que rosas.
Como Stalin es el modelo paradigmático del rojerío mundial, al Stalin que en 1936 inició su provechoso  plan de purgas quiere imitar Pablo Iglesias:
Stalin se cargó entonces a sus viejos camaradas  Zinoviev, Kamenev, Smirnof y otros trece de más baja alcurnia, e Iglesias va a empezar sus purgas ventilándose a Iñigo Errejón y a sus incautos errejonistas.
Si la cosa le sale bien a Iglesias, de aquí a poco tiempo a los podemitas españoles les quedan menos horas de tranquilidad  que a los rojos que sistemáticamente se cargó Stalin siempre, naturalmente, quitándose de en medio a los que no contestaran amen a sus tropelías revolucionarias.

Si Iglesias siguiera al pié de la letra el guión de las purgas stalinistas , de aquí a un tiempo anunciara un pacto Iglesias-Le Pen como el que firmaron Ribbentrop y Molotov para empezar el lío que tan provechoso resultó para la industria del cine.