sábado, 18 de febrero de 2017

CUENTO DE HADAS

Si en sus años mozos no se hubiera dedicado a pegarle pelotazos al portero del equipo contrario sino a estudiar literatura, a Iñaki Urdangarin no le habría ocurrido lo que le ha pasado.
Porque no habría tenido ocasión de dar los pelotazos por los que lo han condenado a prisión si hubiera conocido y asimilado aquel sabio consejo que Andrés Fernandez de Andrada daba a Fabio en su “Epístola moral”:
“Fabio, las esperanzas cortesanas/ prisiones son do el ambicioso muere/ y donde al más astuto nacen canas”
Y es que para acertar en la elección del futuro no hay nada más prudente que aprender las lecciones del pasado, siempre que el manual en el que el interesado se inspire sea el adecuado.
Es arriesgado empeñarse en ser Ceniciento solo por ser un cenizo.
Con lo bien que le hubiera ido a “La Belle Dormant au Bois” no haber asistido a las Olimpíadas en las que quedó encantada cuando le pincho el corazón el aguijón purulento de Iñaki…
Pero así son los cuentos infantiles: una componenda literaria para disfrazar de dichoso un final aciago.