martes, 28 de febrero de 2017

DIA DE ANDALUCIA

Los que tenían entonces la misma capacidad que ahora de hacerse obedecer, mandaron  que cada 28 de febrero sea el día de Andalucía y que los andaluces lo celebren no trabajando, como la leyenda dice que es lo que mejor saben hacer los andaluces.
De tópicos encadenados nacen las leyendas.
Saquen a un andaluz de ésta Andalucía chirigotera y la leyenda dejará al descubierto la realidad de que, fuera de Andalucía y codo a codo en el trabajo con no andaluces, el indolente andaluz será tanto o más diligente que el no andaluz de la cuadrilla.
Tópico sobre leyendas que se hacen realidad a fuerza de repetirlas, el 28 de Febrero  se designó “Día de Andalucía” como recuerdo del referendum que el mismo día de 1980 dio el visto bueno a la autonomía andaluza
Cada año, en este dia de holganza se rinde homenaje a Blas Infante, un andaluz tan poco característico en aquella Andalucía de algunos ilustrados entre una multitud analfabeta.
No era común en aquel tiempo que un andaluz indolente por naturaleza accediera a las funciones de notario, que tanta perseverancia en el estudio requiere.
Tampoco era habitual que alguien que no perteneciera a la casta de ricos ennoblecidos por la compra oportunista de tierras desamortizadas se incrustara en ella por vía matrimonial.
Si no era suficiente, Infante unió otra disidencia: la de abogar por una gestión de los asuntos públicos andaluces no supeditada a los encargados locales de los que gobernaban Andalucía desde Madrid, como si fuera su cortijo sureño.
El tórrido Julio previo al 28 de Febrero fatídico, unos españoles disconformes con la forma en la que otros españoles gobernaban España se insurgieron contra los que gobernaban España mal, para hacerlo ellos mejor o peor, pero de manera distinta.
Quince días después de que el viaje aéreo de Franco desde Canarias al Marruecos español marcara el inicio de la guerra civil, a Infante lo fusilaron los rebeldes a la entrada de Sevilla.
Supuestamente porque el ilustrado burgués de familia acomodada simpatizaba con la causa de los enemigos de clase de los familiares de su esposa.

Fue la guerra civil la ocasión propicia para saldar viejas cuentas, antipatías recíprocas o discrepancias familiares enquistadas desde mucho antes de que a Franco se le ocurriera afeitarse el bigotillo, ya a bordo del “Dragon Rapide”.