miércoles, 1 de marzo de 2017

LOBOTOMIA

Esto de la memoria histórica en lo que llevamos engolfados los españoles desde hace 42 años, los que llevan mandando los que todavía mandan, va camino de convertirse en el cuento que nunca se acaba, la never ending story carpetovetónica, en la segunda acepción del diccionario.
He leído por ahí que andan por las calles de Barcelona unos individuos bien pagados por los que mandan, dedicados a ver qué edificios tienen un letrerito que los identifica como levantados en tiempos de Franco, y cuales no.
A los que tengan el letrerito se les quita y a los otros no, porque no tenerlo indica que surgieron como edificios constitucionales, que es lo mismo que postfranquistas.
¿Se acabará finalmente el franquismo cuando desaparezcan todas las estatuas, letreros, fotos, periódicos o libros que recuerden que Franco existió y, que, como consecuencia de su existencia generó el franquismo?
¿No habrá un método alternativo, más eficaz por ser más radical,  para que los españoles se olviden de Franco?
Lo hay y se llama lobotomía, una intervención quirúrgica que los nazis utilizaron con éxito para que los nostálgicos irredentos olvidaran que existió una Alemania anterior a la de Hitler.
Sométase a todos los españoles a intervenciones de lobotomía costeadas y primadas por el Estado a través de presupuestos.
Erradicada quedaría así la capacidad de recordar, eliminado el recuerdo de Franco y solucionado el sinvivir que a los que mandan ahora les provoca de que hubiera alguien que mandó antes que ellos.
¿Y si alguno de los cien millones de turistas extranjeros que cada año visitan España le preguntara por la época de Franco a algún nativo que, por habérsele borrado la memoria no supiera qué responderle?
Sería imprescindible que a todo extranjero que llegara a la frontera, antes de franquearle (lagarto, lagarto) el paso, se le obligara por declaración jurada a:
a) no preguntarle a ningún español por nada relacionado con lo que ocurrió en España antes de 1975, y

b) si por descuido lo hiciera, autodenunciarse  y pedir que lo sometan a una operación de lobotomía similar a la que, por higiene democrática, se practique a los españoles.