viernes, 3 de marzo de 2017

ENEMIGOS DE ANTES

Hasta que cayó el muro que en Berlin servía de frontera entre la economía planificada que la Unión Soviética patrocinaba y la de libre empresa apadrinada por los Estados Unidos, era inevitable la discrepancia política entre esas dos filosofias opuestas.
Pero en noviembre de 1989 al muro lo derribaron los que les estorbaba para huir, la Unión Soviética desapareció y la Rusia que renació de ella ha adoptado la filosofía del libre comercio con el fervor de un converso.
Aquel mundo bipolar determinaba la inevitable competencia entre los dos sistemas opuestos que representaban.
Y, como sus inspiradores,  los Estados Unidos y la Unión Soviética eran obligados adversarios por ser aliados imposibles.
Ya son más de dos los países que aspiran a la hegemonía, a establecer fuera de sus fronteras los sistemas de relación social aplicados en sus territorios nacionales.
Son los nuevos gigantes de la economía y del comercio que, como India, China, Brasil, Indonesia, Nigeria, Japón, Alemania o Turquía aspiran a dejar de depender de otros países para que otros países dependan de ellos.
La amenaza que los emergentes representan para los tradicionales perjudica por igual a los hasta hace poco hegemónicos.
Por eso están cambiando los protagonistas de la lucha por la hegemonía y a los adversarios de entonces podría interesarles aliarse entre ellos para frenar a los que ahora aspiran a desplazarlos a ambos.
Antiguos competidores se verán obligados a aliarse,  y las nuevas relaciones entre países determinarán las alianzas para que los que tengan parecidos intereses  se unan contra los que se alían por intereses contrarios.
Los países sometidos a los hegemónicos eran los que disponían de abundantes materias primas y de mano de obra barata y carecían de capital y tecnologías para explotarlas.
La difusión del conocimiento facilitada por la caída de barreras geográficas, el acceso general a tecnologías de vanguardia impulsado por las universalización de las comunicaciones y la fluidez en la circulación internacional de capitales  han sido determinantes para que el mundo de hoy sea diferente al de ayer.

Y en un mundo con individuos diferentes, las relaciones personales y las que unos países sostienen con otros tienen que ser, necesariamente, distintas.