jueves, 16 de marzo de 2017

EUROPA INMIGRADA

Es evidente que el cambio que se está operando últimamente en los electores europeos es una reacción al estímulo de una acción previa: la de los revolucionarios de pantuflas de marca, que estimularon las exigencias de los votantes al garantizarles todo lo que sabían que era imposible cumplir.
Ahora le ha tocado a los holandeses, un país de sonrosados blancos que se sienten desplazados por las turbas de los de piel más oscura.
Dijeron que dejaron atrás sus países para establecerse en Europa y ser europeos.
Pero, ya en Europa cambiaron de método y, para ser iguales que los europeos, se empecinaron en que sean los europeos los que se adapten a las costumbres de ellos.
Si los llegados de fuera y los nativos de Europa tienen que homologar sus culturas, sus valores y sus costumbres, ¿por qué no se adaptan los europeos a las de los llegados de fuera en lugar de obligarlos a asimilarse con las de los europeos?
Por sus efectos, la igualdad entre dispares quieren imponerla obligando a los europeos a ser como ellos, no intentando ser ellos como los europeos.
Y es que, para el que se queja de su desigualdad, es más cómodo rebajar a los otros  que revalorizarse a sí mismo.
Así, el objetivo común a todos los que llegan de fuera de Europa es más hacer que los europeos se parezcan a ellos que intentar ellos parecerse a los europeos.
¿Y cuando esa fusión haya alcanzado el fin que con ese método pretenden?

Pues todos los que en ese momento vivan en esa Europa tiznada y depauperada emigrarán en masa a los países (si es que quedara alguno) en que la igualdad la logren los que se eleven tanto como el que más tenga, y no los que le quiten al que tiene más para que no desentone con el que tenga menos.