viernes, 7 de abril de 2017

SEVILLA Y SEMANA SANTA

Hay malintencionados que critican a los sevillanos por dedicar 51 de las 52 semanas que tiene el año a planear la feria y, la restante, a beber manzanilla y bailar sevillanas en la Feria.
Y eso es un infundio porque si algo extasía y desvela a los sevillanos que de verdad lo son es la semana santa.
(Lo descubrió el cronista una fría mañana de diciembre cuando su hermano, que residía y todavía reside en Sevilla, le señaló con la barbilla una apretada pandilla de mozallones arremolinada frente al escaparate de una tienda de televisores).
--¿Discuten de fútbol?
Se sonrió compasivamente de mi pregunta y me animó a acercarnos.
Comentaban los aciertos y errores del ensayo de un paso procesional de semana santa con tanta pasión como si, en la Sevilla de pandereta de unos años antes, discreparan de las faenas de Pepe Luis Vasquez y Gitanillo de Triana.
¿Qué hacen los jóvenes sevillanos ejecutivos de empresas de marketing que marcan la tendencia en gustos y aficiones a los sevillanos de hoy?
Se arranchan con sus esposas o parejas en amplios apartamentos de un barrio bien, con vistas a calles por las que pasen los pasos semanasanteros camino de la catedral, para opinar y discutir sobre lo separada que va la cruz de guia del resto  del cortejo o sobre el acierto en el cambio de faroles en el paso de la Virgen del Pelo Suelto.

Y sintiéndose afortunados porque otros, a los que le gustaría vivir con su mismo fervor la Semana Santa, no pueden hacerlo.