miércoles, 12 de abril de 2017

POBRES Y RICOS

Ada Colau, esa mujer vulgar y corriente que mangonea (y cobra por mangonearlo) el ayuntamiento de Barcelona, dice que va poner en marcha con dineros municipales una funeraria no para ganar dinero, sino para perderlo.
Estimaciones muy pesimistas calculan en 350.000 euros anuales los que podría conseguir perder la iniciativa empresarial de la Colau.
“Pero si logramos gestionarla aplicando los baremos democráticos que predicamos (que resumimos en que la opinión del barrendero tiene el mismo valor que la del ingeniero al decidir si el tornillo debe apretarse haciéndolo girar hacia la derecha o hacia la izquierda), la rentabilidad ideológica está garantizada”.
Un periodista particularmente ceporro que no acababa de entender el razonamiento, se extrañó.
¿Y?
“Pues que, mientras los partidos de derechas quieren que no haya pobres para que, al ser ricos todos los ciudadanos se afilien a su militancia, los de izquierdas saben que mientras más pobres haya, más aspirantes a que los defiendan pedirán el carné de afiliados.
Y es que  para entender este carajal conocido por política hay que simplificar lo que se dice, para que lo entienda quien lo oiga:
Los partidos de derechas, que representan a los ricos, están interesados en que cada vez haya más ricos porque así se multiplica el número de sus posibles afiliados.

A los partidos de izquierdas, que quieren representar a los pobres, les interesa que cada vez haya mayor numero de pobres, y cada vez más empobrecidos, para ampliar imparablemente su clientela.