viernes, 28 de abril de 2017

PROHIBIDO DESPATARRARSE

Mi madre, la mujer a la que más quise además de por haberme parido y criado porque sin ella no habrían nacido mis hijas ni mis nietos, no admiraba a Franco y tampoco lo detestaba pero lo elogiaba cuando lo veía en televisión, sentado y con las piernas juntas.
Le parecía un indicio inequívoco de que era persona educada y, para ella, las buenas maneras eran síntomas de buen corazón.
No opinan lo mismo, gracias a Dios, esos díscolos de la CUP de Tarrasa, buenos para nada y malos para todo.
Como se oponen a todo lo que a ellos les parezca mal, han calificado de “actitud machista” la de los hombres que se sientan en público, sobre todo en los transportes que comparten con los demás, despatarrados más o menos según el vértice de apertura de sus piernas.
Mire usted por donde los cuperos, que se han planteado permitir todo lo que Franco prohibía, para prohibir todo lo que Franco permitía, en algo coinciden con el Dictador: en la manera en la que la gente debe sentarse.

Y es que, explican esa rara afinidad, el fulano que en el autobús o el metro se despatarra, evidencia que es un machista latente que, en cualquier momento, puede evolucionar a agresor machista patente.