sábado, 29 de abril de 2017

BAJO EL IMPERIO DE LA LEY



Todos los alcaldes que han regido mi pueblo desde que los votan los ciudadanos han sido, naturalmente, del PSOE.
¿Y por qué socialistas y no, por ejemplo, del PP?
 Porque los primeros han sabido profesionalizar la política, que consiste en ganarse el sustento desde un cargo estatal, y los del PP que siguen residiendo en el pueblo se toman la política como un hobby, que es lo que las personas normales hacen solo por placer, y en sus tiempos libres.
Pero, ¿nadie del PP vive en Palma del Rio de la política?
Que se sepa, solo Salvador Fuentes que, como dio el salto del pueblo a la provincia, viene a Palma del Rio poco más o menos como va a, por ejemplo, Cabeza del Buey.
Y ¿por qué los del PP de Palma del Rio no se dedican profesionalmente a la política?
Porque, si lo hicieran, descuidarían los negocios o trabajos privados de los que comen y come su familia.
Alguien podría pensar que los del PSOE, en esas condiciones, se eternizarán en el pueblo como Franco se eternizó en la nación.
Puede que sí y puede que no.
Porque los ciudadanos de Palma del Rio son además españoles y, por consiguiente, puede aplicárseles aquello de que “si no tienen enemigo fuera lo buscan dentro” que fue como Pompeyo Galo retrató a los que por aquí encontró. 
Por ejemplo: el alcalde socialista Salvador Blanco, que ahora ha ascendido a la política provincial de la que procede su sucesor José Antonio Ruiz, rehabilitó un antiguo convento en ruinas para trasladar dependencias municipales, despejar las actuales y, además, inducir a la gente a conocer las vecindades del convento, enclavado en el ahora desierto núcleo urbano tradicional.
Al pastón que se gastó para que los alumnos de una escuela taller local hicieran el trabajo y se entrenaran para que empresas privadas encontraran mano de obra especializada, se ha añadido el que se está gastando su sucesor que ha tenido la idea de cederlo a los empresarios de la moda Vitorio y Luchino.
(Paradojas de la vida: aquella Sor Asunta que me regalaba a través del torno que me impedía ver su rústico y pudoroso atuendo monjil, se toparía ahora con vaporosas sedas y transparentes gasas de las modelos que modelen las creaciones de la pareja de modistos.
Así que a los cuatro millones y pico de euros detraidos del pueblo para la primera iniciativa de restauración hay que añadir los 790.000 aprobados anoche para dejarlo al gusto de los modistos.
Que a nadie se le ocurra calificar de robo ese desvío de fondos que seguramente hubieran sido mejor empleados en otros menesteres.
Todo, escrupulosamente todo, se hizo respetando la letra y el espíritu de la ley.