sábado, 20 de mayo de 2017

COBSERVADORES Y PROGRESISTAS








Cuando alguien se percata de que no hace nada, puede:
a) Sentirse satisfecho y seguir perpetuamente como ha venido estando, o
b) hacer algo para estar mejor que cuando, sin la tentación de mejorar, estaba bien.
A los primeros, en esta ciencia alquímica que es la política, se les conoce por conservadores.
De los segundos se dice que son progresistas que, si intentan cambiar todo de golpe, ascienden a la categoría de revolucionarios.
(Los que no son ni lo uno ni lo otro porque solo cambian lo que se ha demostrado en la practica que lo nuevo es mejor que lo antiguo, se merecen que se les conozca por sabios, gente de talento).
Aquel sabio que se admiró de que otro más pobre recogía las hierbas que él había despreciado personifica el ideal político: calificar lo que es bueno o malo solo en términos relativos al punto de partida.
Habría coincidencia en el juicio: ayer fue peor que hoy por lo mismo por lo que mañana será mejor que hoy, (hecha abstracción del handicap progresivo del peso de la edad, naturalmente).
¿Y no es bueno y esperanzador que en cada época haya individuos que quieran acelerar la historia para que el bienestar previsible del futuro sea presente cuanto antes mejor?
Pero con cuidadito porque acelerar excesivamente el motor puede griparlo, con el desenlace de que, por ir demasiado deprisa, haya que reiniciar la marcha en alpargatas.