martes, 23 de mayo de 2017

TERRORISMO Y VOTOS



En cada ocasión que cualquier ciudad de Europa se conmociona y contagia la conmoción  al resto del continente, las autoridades de la ciudad y del país víctima eluden atribuir su autoría al terrorismo islámico.
Puede que sea para evitar señalar como culpable al que después resulte inocente.
O para sosegar a la pacífica comunidad víctima y evitar que hagan pagar con la misma moneda a la comunidad musulmana a la que alojan.
¿Y si se tratara de un procedimiento premeditado para que se desvanezca la repulsa inicial y se modere la demanda de castigar al culpable, los islamistas radicales, y a los países que los encubren?
¿Qué gobierno europeo electo por sus ciudadanos sería capaz de arriesgar vidas de sus electores para evitar que gobiernos musulmanes no electos apadrinen a los asesinos de europeos no musulmanes y sin derecho a votar?
¿Vale la pena perder los votos que les costaría a los gobiernos exponer la vida de algunos de sus ciudadanos, para acabar de una vez por todas con la esporádica mortandad que los terroristas les causan?
El sistemático castigo terrorista musulmán solo les cuesta a los gobierno de los países que los protegen la vida de individuos que ni siquiera votan.
Los gobiernos de los países europeos perderían mucho más que los musulmanes porque, bien rentabilizado por la prensa y los partidos de la oposición, un muerto en combate les costaría millares y hasta millones de votos.

LA VENGANZA QUE VIENE



Hace ya dos largos días desde que Pedro Sánchez fue elegido secretario general de PSOE y sus seguidores ya se están impacientando: todavía no se ha cargado a ninguno de los notables de su partido que se le opusieron.
¿Será esa tardanza consecuencia de su prudencia o muestra de su desconfianza en que ya controla lo que durante un trimestre dejó de controlar?
Los paladines más ardorosos de su capitanía ya empiezan a inquietarse: señalan como primera víctima  a Jose Miguel Carmona, el televisivo  madrileño al que ya se cargó porque se opuso a la destitución del mandamás de Madrid Tomas Gomez, con el que formaba mancuerna.
Rumores que todavía lo son porque no hay evidencias que permitan elevarlos a la categoría de hecho cierto, señalan que al robustecido Sanchez ya no lo entusiasma cazar conejos ni perdices y lo que ahora ambiciona es una pieza medalla de oro en la caza mayor.
Susana Diaz, esa arisca rupicapra pirenaica que señorea desdeñosa las inxcomodidades de esa gran dehesa que es Andalucía, es el trofeo que Pedro Sánchez ansia abatir.
Antes, y como entrenamiento, seguramente despachara a algunos de los que triscan y gallean en diferentes cazaderos españoles.
Lo cierto, lo fetén, lo que es tan verdad como que todo lo que está vivo acaba muriendo, es que a Pedro Sanchez se le ha oído frecuentemente repetir; “Vae victis”
Como hombre ibstruido que es, masculla aquella frase que pronunció el jefe galo Breno después de aplastar al ejercito romano, y antes de masacrar a los ciudadanos de Roma: “Ay de los vencidos”.