martes, 30 de mayo de 2017

LOS SUCEDANEOS





Ese bolso que se parece a los de Louis Vuitton, y que las señoras de mi pueblo compran en el mercadillo de los martes por cuatro euros. es un sucedáneo del que les costaría cuatro mil euros si se hubiera tratado del original.
China, con sucursales en todos los barrios de todos los pueblo y ciudades del mundo, es la nación reina de los sucedáneos.
Pero ex a quo, que traducido al castellano quiere decir “casi igual o al mismo nivel”, España ocupa un honroso segundo lugar, pisándole a China los talones.
Uno de los pocos españoles genuinos y no sucedáneo de extranjeros dignos de ser imitados, fue  Don Miguel de Unamuno que, de manera hidalga y caballeresca concedió a los extranjeros: “que inventen ellos”
Y en eso estamos con entusiasmo también calcado, seguramente de los japoneses: imitando todo lo que venga de fuera, sirva o no sirva para los españoles.
En la España que cuando mejor estuvo gobernada fue cuando la ley la imponían las partidas de bandoleros, ahora imponen sus leyes los partidos y, como no es el mismo partido el que manda siempre ni en todas partes, estamos todos más liados que un dedo vendado:
¿Cómo podemos anticipar qué partido va a mandar en el futuro para saber si nos conviene seguir afiliados al mismo, o apuntarnos al que vaya a ganar para que ya seamos camisas viejas de los que manden?
En menudo lío se metieron (nos metimos)  los españoles cuando se murió el que mandaba y cuya muerte, una vez convencidos de que ya no estaba vivo, tanto celebramos.
Un lio tan gordo, tan enrevesado, que hay momentos en los que ahora añoramos aquellos tiempos en los que sabíamos quien mandaba hoy y mañana: el mismo que ya mandaba ayer.