sábado, 15 de julio de 2017

EL PARÁCLITO





Cuenta Juan el Evangelista que Jesús Resucitado les anunció un día a sus discípulos  que pronto los dejaría pero, para que los ayudara y aconsejara, dejaría un paráclito, un consejero.
Se suele relacionar a ese consejero con el Espíritu Santo que, representado como una paloma blanca con las alas desplegadas, sobrevuela, guía y aconseja a los hombres sobre todo lo humano y lo divino.
Si una comunidad espiritual necesita un paráclito, ¿por qué no va a ser más imprescindible todavía en una comunidad municipal?
Alguien que, con paciente disposición, enseñe a los electricistas a reparar averías, aconseje a los jardineros sobre la plantación de magnolias o corrija a los periodistas su manera de informar sobre las actividades municipales.
El paráclito municipal, como ser ultranatural, ni duerme ni descansa. Mientras duerme sueña la forma en la que al día siguiente instruirá a los naranjeros, aleccionará a los comerciantes, corregirá a los barrenderos.
Nada que tenga que ver con el bienestar del ser humano, sobre todo si es del pueblo que alcaldea, le es ajeno.
De natural modesto, soporta con  estoicidad posar para los fotógrafos, aleccionar a los recolectores cómo deben cortar las naranjas para que el árbol no sufra o aconsejar a los maestros de escuela sobre las últimas tendencias didácticas.
Es, además, modesto: escucha con educada aunque impaciente atención todas las sugerencias que les hagan aquellos a los que no se las había pedido, pero la firmeza de su carácter le permite desecharlas todas y hacer lo que desde el principio se había propuesto hacer.
Democracia dicen que es eso.