La historia,
estamos convencidos algunos historiadores, no es mas que el relato de un mismo
acontecimiento repetido en épocas diferentes.
Por ejemplo, el
retratado felino suelto por esos tostados campos de Castilla, que nadie explica
de forma convincente qué hace suelto y tan alejado de lo que hasta ahora era su
habitat natural.
Pues hace lo
mismo, pero al revés, de lo que hicieron los primeros humanos que llegaron a Europa desde Africa, cuando el ahora
Estrecho de Gibraltar era tan estrecho que se podía atravesar a pié.
Hace de eso
tantos siglos que el hombre, en vez de comerse los animales como ahora, se
comía lo que les sobraba a los animales: la carroña que dejaban después de zamparse
lo que les parecía apetecible de las piezas que las fieras carnívoras habían
cazado.
El bicho suelto
retratado en Castilla no ha llegado a donde está por capricho, sino siguiendo
el impulso irrefrenable de mimetizarse con su entorno natural.
El África que
hasta hace poco era su hábitat, les resulta ya extraño.
Un creciente número
de africanos emigra impetuosamente a Europa, en busca de las carroña laboral
que los europeos desperdician.
Por eso, la
presencia en Castilla del felino retratado no es sorprendente, sino inevitable:
ha llegado siguiendo a la gente con las que convivía en Africa.
Con tanto
africano en Europa, el entorno de los felinos africanos ha cambiado.
El felino de Castilla, impulsado por su instinto,
solo busca recuperar el entorno natural perdido.