Como siempre
que les permiten alborotarse, los políticos catalanes andan hoy
alborotados porque quien debería
hacerlos metido en cintura desde hace unos pocos de años les han ido
permitiendo sus travesuras para que no se enfadaran.
Afortunadamente,
todavía hay tiempo para que no hagan una última tontería que requiera azotes
punitivos.
Me tengo por
estratega bien calificado y, como tal, mi recomendación es economía de medios
operativos para alcanzar el fin estratégico deseado.
Un suponer: la
autoridad competente envía a una pareja de la Guardia Civil al edificio del Parlamento Catalán y, tras
pedirle la documentación a los allí arrebañados, les lee la orden por la que quedan todos detenidos y a
disposición de la Autoridad Judicial firmante.
Y aquí paz y después
gloria.