De las muchas
prácticas tradicionales del periodismo hay una, “hinchar el perro”, que perdura
y sobrevivirá a ese negocio de cobrar dinero por contarle a otros lo que al
periodista cree que le interesa.
Dos ejemplos de
perros hinchados propositadamente para mantener en vilo la curiosidad de los
paganos lectores: lo del referendum catalán y lo de la tormenta que amenaza
Miami desde hace no se sabe cuando.
(Uno, que ya cobraba
su exiguo salario antes de que las noticias se distribuyeran por los
antediluvianos teletipos, sabe de lo que escribe).
Por aquel
tiempo, se imprimían en ciclostil las noticias elaboradas en las centrales de
las agencias de prensa, para que unos ciclistas las repartieran a lo periódicos
y emisoras abonados.
Más de una vez,
cuando se acercaba el momento del reparto y quedaba un hueco para llenar el folio, se
inventaba un terremoto de insignificante intensidad en algún punto de Japón,
escogido al azar.
Ahora se sigue
hinchando el perro tanto o más que antiguamente: ahí tiene, para convencerse el
que lo dude, el recurrente caso del referendum catalán y el inquietante del
huracán que amaga y no llega a Miami.
¿Son el huracán
y lo de los catalanes hechos novedosos cuya rareza sorprenda a los incautos?
Los catalanes
llevan haciéndole la puñeta a los españoles desde que España es España y los
huracanes pasan por Miami unas pocas de veces cada año desde que el mundo es
mundo.