viernes, 28 de septiembre de 2018

LA FELICIDAD


El que está atravesando la humanidad se conocerá en el futuro como “el tiempo de la evanescencia”.
Como los planes quinquenales en los que el gobierno planificaba el futuro a cinco años vista, también ahora el futuro se fracciona en partes, como las letras en la venta a crédito.
Está programada la obsolescencia de lo que se fabrica , se usa o se organiza.
A partir de la fecha de caducidad prevista, es el azar el que determina la supervivencia.
Es una manera revolucionaria de entender el futuro y, como consecuencia, de organizar el presente.
Si la solidaridad organizada asegura las necesidades vitales del individuo, ¿para qué preocuparse de su futuro?
Si esa misma solidaridad que garantiza su futuro le asegura su presente, ¿qué necesidad tiene de obsesionarse por el futuro ni de esforzarse por su día a día?
Sabios de la era más sabia de la Humanidad, identificada con el Grecia de los dioses y los filósofos, llegaron a la conclusión de que el objetivo de la vida humana es lograr la felicidad procurando el placer y evitando el dolor.
El hombre actual ya acaricia con la yema de los dedos el suave roce de la felicidad.
Ya se percibe desde la tierra el olor a incienso de la gloria.
Gloria superior a la que algunas religiones prometen porque no solo serán felices las almas sino, sobre todo, los cuerpos.