domingo, 26 de octubre de 2008

SEGUIDILLAS DE LA RISA Y EL LLANTO

La A-431, que une Córdoba con Sevilla, bordea las lomas de Sierra Morena siguiendo el curso del Guadalquivir por su margen derecha.
Al llegar a un nudo de reciente trazado que regula los accesos al nuevo y airoso puente de Palma del Río, sale a la derecha la CO-140 que lleva a Hornachuelos.
A un par de kilómetros de su arranque, e inmediatamente después de salvar las vias del AVE, nace un camino asfaltado que pasa por el cortijo de La Higuera, corre paralelo a un canal de regulación, deja atrás la presa de derivación de El Retortillo y, en el cortijo de Malapié, se topa con la carretera de Peñaflor a La Puebla de los Infantes.
Si hace ese recorrido al atardecer de un día de primavera, merece que pare el coche, encianda un cigarrillo, lo fume despacio sentado en la cuneta, mire y escuche.




En las lomas opacas
del campo en sombras
cogujadas medrosas
sus ducas lloran
y oculta en el secereto
de las acacias
insensible a ese llanto
la mirla canta.
Bajo el palio turquesa
del mes de mayo
hay lamentos y risas
de amor, mezclados.
Como nacen los cardos
en los senderos
y sus púas cobijan
la flor del trébol,
alegría y tristeza
trenzan las coplas
que en mi tierra lejana
del ansia brotan.
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