miércoles, 14 de septiembre de 2016

LO DE DE GUINDOS

Esclarecedora fue la comparecencia de Luis de Guindos ante la Comision Parlamentaria para explicar la designación de José Manuel Soria, que no llegó a ocupar el cargo, como representante de España en el Banco Mundial.
Es evidente, por lo que preguntaban los preguntantes, que a ninguno de ellos les intrigaba qué iba a hacer ni qué tareas hubiera tenido que desempeñar en el Banco el exministro Soria.
Entonces, ¿si no quedó claro ni siquiera lo que iba a hacer el designado en el puesto para el que lo nombró el Gobierno, qué aclaró el ministro de Guindos que hasta entonces no se hubiera sabido?
Quedó claro lo que ya se sospechaba: por qué De Guindos es Ministro del Gobierno de España y por qué los que lo interrogaban no.
Las intervenciones de los interpelantes delataban una ignorancia tan soberbia que se corresponde con el cargo que ocupan: diputados a Cortes.
La mayoría de los diputados, como sabemos, sirven para votar lo que sus jefes les ordenen que voten, sentarse en sus escaños para hacer bulto, aplaudir las intervenciones de su jefe y protestar por todo lo que diga el adversario de su Jefe.
Al que se equivoque y aplauda al adversario del Jefe, o deje de aplaudir lo que el Jefe haya dicho, se le aplica fulminantemente aquello de que el que da pan a perro ajeno pierde pan y pierde perro.
Es decir, que retornan al bien ganado anonimato en que camuflaban su inepcia hasta que el favor del Jefe los encumbró a la clamorosa condición de diputados que, según los llaman, son los Padres de la Patria.
(Debería conocerse a las señoras que ocupan el cargo de Diputadas como Madres de la Matria, para no cabrear a las feministas).
¿Fué entonces una pérdida de tiempo esa comparecencia del ministro de Guindos en la Comisión de Economía del Congreso?
Lo fue, como todo en lo que en el Congreso pierdan el tiempo los Diputados, que se limitan a hacer lo que sus jefes quieran que hagan.
En el congreso, como en las películas del oeste o de nazis contra los americanos, siempre le ganan a los indios y los nazis pierden frente a los americanos.
Siempre gana el que tiene que ganar porque así lo exige el guión.

Los diputados son, sencillamente, los extras que hacen bulto, jalean o abuchean a los pistoleros-jefes que se parten la cara.