martes, 9 de junio de 2015

SI YO FUERA ARGENTINO...



Si yo fuera argentino, que por mucho que lo intente no lo consigo, diría que esta España es peor que un quilombo sin cafiche: un  quilombo con casi tantos cafiches como protegidas dedicadas a sacarle la guita a los paganos.
Tan poco eficiente había llegado a ser el quilombo que los cafiches han llegado a la conclusión de que, para que el negocio prospere, necesitan aliarse todos contra el que, hasta ahora, controlaba el mayor número de inquilinas.
O todos contra uno, o el quilombo se va para la miércoles.
Y, confían, el negocio saldrá ganando porque los cabritos saldrán perdiendo.
Se acabará la competencia en tarifas y aberraciones especiales que,  hasta ahora, obligaba a esmerarse a las internas.
Desde ahora, la sociedad limitada de la asociación de alcahuetes será la que establezca el servicio único y fije el costo por disfrutarlo.
Casi todos los visitantes habituales de la hasta ahora popular casa de relajo saben que saldrán perdiendo pero, como eso es lo que hay, se achantan  y seguirán frecuentando el negocito.
Sólo han aplaudido el arreglo las varias asociaciones promotoras de las buenas costumbres que, hasta ahora, habían intentado sin éxito cerrar el lupanar.
Pero se dice que será una alegría pasajera porque una multinacional con recursos económicos y conexiones financieras y políticas fuera del barrio están buscando un local que restablecerá la libertad de ofertas y tarifas.
Así, el barrio tendrá otra vez un local que sea de verdad un quilombo, y no un campo de concentración en el que unas máquinas con apariencia humana alivien a los paganos.