miércoles, 21 de noviembre de 2018

LA CASA DE TRATA


Desde que me enteré de que se podía gobernar de manera diferente a como gobernaba Franco, creía que eso de la democracia era que había quien mandaba porque era el que mas gente quería que mandara.
Y que el que mandara tenía que hacer cumplir no lo que le diera la gana, sino lo que otros diferentes habían acordado que tenían que hacer todos, y que un tercer grupo decidía los años que tenía que estar en la cárcel el que se hubiera cargado a un semejante.
Y si eso no es así, ¿qué?
Pues que pueden gritar hasta quedarse roncos “Viva la Democracia” o “Viva el Betis”, pero en vez de demócratas son unos caraduras.
Y, ¿es España una democracia?
Pues verá usted: el que mande en un partido político se rodea de los que haya nombrado para que lo obedezcan y, siguiendo sus órdenes, nombran a los candidatos con más probabilidades de salir electos para aprobar las leyes que todos han de cumplir.
Si los suyos ganan las elecciones y forman gobierno, el que los dirija nombra a los ministros para que hagan lo que les mande y, de acuerdo con otros de su rango pero con menos mando por no haber ganado las elecciones, nombran a los que forman el Poder Judicial, los que hacen las leyes a medida del que los haya nombrado, el que presida el gobierno.
Entonces, aquí ¿hay o no hay democracia?
No la hay pero no lo digas en voz alta que te pueden llamar facha.
Y ser facha, ¿es malo?
Debe serlo, por lo menos en el tinglado que los que se proclaman demócratas han montado en ésta casa de trata.