Cuando los viejos periodistas
teníamos necesidad de adjudicar a otros nuestra propia opinión se la
endilgábamos a los “observadores”.
Los había de gran
variedad: conspicuos, neutrales, interesados, oficiosos, cercanos, bien informados…
Ahora ya, ni esa
triquiñuela hace falta.
La información se
ha editorializado, lo que quiere decir que se ha convertido en editorial, la sección
del periódico en la que el propietario de medio defendía sus intereses,
generalmente espurios.
--¿Espurios?
--Quiere decir más
falsos que las promesas de un político.
·Es por eso por lo
que se aconseja a todo el que ocupe sus preocupaciones al trapicheo de los que engordan
con la política, que hasta viendo esos programas de follatrices y porculeados emplearían
mejor su tiempo.
--Pero eso es una
vulgaridad y todo es falso.
--Pues a ver
películas del Oeste, en las que lo único auténtico que sale es el paisaje.
--¿Todo entonces es
mentira?
--Todo. Menos que morir habems