viernes, 11 de diciembre de 2015

ESA INCURABLE ARGENTINA


 

 

ás,

“¿Te acordás Milonguita vos eras
la pebeta más linda “e Chiclana
la pollera cortona y las trenzas
y en las trenzas un beso de sol?”

Esa Argentina poéticamente canalla, de tangos que cantan a la minifaldera prostituta del bulín de Chiclana, sigue siendo un país en eterno debate entre la intelectualidad titulada y el desgarro del bandoneón.
Tierra de Papas y sicoanalistas y, simultáneamente, de Jefas del Estado con apariencia de mujer fatal, que se quita de en medio para no ver cómo pierde la corona de reina del cabaré.
Y es que Argentina es la síntesis de la alternancia entre lo que es y lo que podría ser, del orgullo de tener y de la insatisfacción de no ser dueña de lo que es suyo, de la incomodidad del europeo en un entorno indoafricano.
Sorprende más conocer a un carpintero argentino que a un boliviano astrónomo y, sin embargo, seguramente habrá bolivianos astrónomos y carpinteros argentinos.
Todos los humanos quisiéramos ser, si pudiéramos serlo, argentinos: ser lo que nos gustaría ser para dejar de ser lo que somos.
Por desgracia, en éste mundo ruin, pragmático y materialista, la propia identidad la establecen los demás, y no nosotros mismos.

Somos como los otros nos ven, no como nosotros nos vemos.