Si Esperanza
Aguirre hubiera seguido el curso por correspondencia “The power and how to get
it” (El poder y cómo conseguirlo), que imparte el Political Sciences Institute
de Brookside (Delaware), habría evitado los dos tropiezos que frenaron su carrera
política.
El primero fue
su inadecuada reacción tras el accidente de helicóptero en el que volaba con su
ya jefe Mariano Rajoy.
Mientras Rajoy
era atendido en el hospital, Esperanza salió del aparato, se sacudió la falda
y, sin retocarse siquiera el maquillaje”, se puso a trabajar como si no hubiera
pasado nada.
Es natural que
Mariano Rajoy, su jefe, hubiera preferido que Esperanza se hubiera hecho
también hospitalizar y que rechazara que le dieran el alta, por lo menos, hasta
dos días después de que se la dieran a su jefe.
El segundo error
de Esperanza fue no mandar a su asesor o
a alguna secretaria a que le sacaran dinero del banco.
En vez de esa
conducta normal en políticos de su rango, fue al cajero automático
personalmente, estacionó como todos los españoles en sitio prohibido y, lo peor
de todo, era ella la que conducía el automóvil y no el chófer oficial pagado
por los contribuyentes, como hacen los políticos de igual o inferior categoría
que ella.
Esperanza reaccionó
adecuadamente a la retención de su vehículo que habían intentado ilegalmente
los agentes de movilidad, al impedir con su moto que Esperanza siguiera
adelante en su coche Esperanza. (Una sentencia de 2008 del Tribunal Superior de
Madrid obligó a pagar 1,500 euros de indemnización a un taxista que sufrió un
abuso similar).
En el curso
por correspondencia que Esperanza debería haber seguido, y que no siguió, se
hacen dos advertencias tajantes a quienes aspiran a vivir del Presupuesto
Nacional:
1.-Nunca digas
lo que piensas, sino lo que los demás esperan que digas.
2.-Nunca hagas
lo que quieras, sino lo que los demás esperan que hagas.
Aconsejan los
autores del curso que los aspirantes a cargos oficiales tienen que seguir al
pié de la letra esas dos advertencias, aunque algunos ingenuos las tachen de
“hypocritical way of life”.
Otro aviso que
hacen los autores del Instituto al definir el poder al que los alumnos aspiran señala:
1.- Para ser
real, el poder tiene que ser absoluto.
2.-Compartir
el poder es renunciar a una parte del poder.
3.-El que
comparta el poder con otro debe tener en cuenta que intentará arrebatarle la
parte del poder que no tiene.
4-Si otro u
otros comparten contigo el poder, eliminarlos, (preferible, pero no necesariamente
de forma física) es el único modo de conseguir todo el poder.
5.-Es
imprescindible que digas que el poder que controlas lo ejerces por delegación
(Parlamento, votantes, consejo de ministros, la Historia, etc).
6.-Es
importante controlar la voluntad de los diputados (obligándolos a abandonar su
escaño) votantes (con el manejo adecuado de la información que reciben),
ministros (cesando a los díscolos para sustituirlos por otros más manejables) y
falsificando la realidad histórica.
Por no seguir
esas sensatas normas, a Esperanza Aguirre le pasó lo que le pasó y, si sigue
por el equivocado camino de ser como es y de decir lo que piensa, más le
valdría olvidarse de la política, ocupación reservada a quienes siguen la hypocritical way of life (la
manera hipócrita de vivir).