viernes, 11 de agosto de 2017

SIN DERECHO A PATALEO



“¡Perded toda esperanza los que entráis!”    (Dante, “La divina comedia”)

No es del todo un infierno, pero de la Democracia a la que condenaron a los españoles va ya para medio siglo tampoco hay manera de librarlos, y muchos menos, votando.
Que no insistan los que crean que votando en favor del adversario del que maneja ahora el tizón ígneo se librarán de la condena perpetua.
Sea el que sea el jefe de los demonios que reparte los tizones para carbonizar a los ciudadanos condenados a vivir en ésta democracia, el padecimiento continuará con más o menos saña.
Todos los pecadores, en el fondo de sus almas, son unos ingenuos.
Creyeron que desaparecerían los demonios si, en vez de torturarlos el que por su exclusiva voluntad los manejaba, los condenados a obedecer escogieran de entre varios equipos demoníacos no al que creyeran no mejores, sino menos crueles.
Gracias a los votos de los que se obligan a obedecerlos mandan ahora los que mandan.
Por lo menos antes cabía protestar porque el que mandaba lo hacía sin la aquiescencia de los que sufrían las consecuencias de su tiranía.
Pero, ¿con qué razón nos quejamos de los que ahora nos torturan, si sufrimos lo que nos hacen sufrir porque los encargamos nosotros mismos para que administren nuestros sufrimientos?
Con la dictadura, por lo menos, los españoles tenían derecho a quejarse.
Ahora, ni eso.
Estamos peor que antes. Hasta el derecho al pataleo nos han quitado.