sábado, 15 de diciembre de 2012

DEMOCRACIA: LA SUERTE QUE TENEMOS LOS ESPAÑOLES


                         
          




La tenebrosa sociedad española sometida a la tiranía franquista ha dado paso a la luminosa convivencia actual, que avanza hacia la felicidad emanada del ejercicio de la libertad y el autogobierno.
Ejemplos: El gobierno de antes vigilaba a los sospechosos de simpatías por la democracia mientras que, cumpliendo su obligación cívica, los gobiernos democráticos desconfían ahora de los que no condenan la dictadura.
Es natural porque a los ciudadanos les importa menos la eficacia de su gobierno que el procedimiento por el que los que mandan llegaron al poder.
“Mejor un gobierno electo democráticamente que lleve a la bancarrota al país”--proclaman—“que un gobierno que, sin haber ganado unas elecciones, administre eficazmente e impulse la creación de riqueza”.
Es obvio que prefiera el fuero a los huevos una población en la que casi el 30 por ciento de sus miembros en edad laboral no tienen empleo.
Cansados de siglos de explotación capitalista, abundan los ciudadanos libres de la democracia española  que prefieren vivir de la caridad (en democracia se llama derecho social) antes que obedecer por dinero al que le ofrezca trabajo.
“Hay mucho empresario capitalista y explotador”—se quejan—“que no admiten que ya somos todos iguales y quieren que el obrero siga obedeciendo al que le paga solo porque tiene dinero”.
A un sistema tan cercano a la perfección moral como el que en España se ha implantado, no faltan envidiosos que lo menosprecien y traten de desprestigiarlo.
A los más pertinaces de ellos les ha dado últimamente por quejarse de que los políticos contraten asesores.
Con lo difícil que es gobernar a un pueblo díscolo como el español esa acusación es pura insidia.
¿Qué quieren, que nombren asesores y consejeros a funcionarios, en los que ninguna confianza personal puedan depositar porque no le deben el empleo?
Esos nostálgicos del pasado que acusan a los políticos de enchufar a sus deudos ignoran que, entre los funcionarios, hay muchos que pertenecen a partidos políticos adversarios del cargo electo que necesita asesores de confianza personal.
Hay enemigos del sistema que los españoles se dieron a sí mismo cuando se sacudieron el yugo de la dictadura que pretenden que, para votar lo que les mandan sus partidos, los políticos no necesitan consejeros y asesores.
Algunos más condescendientes reconocen que los políticos puedan contratar  al personal de confianza que necesiten para desempeñar su agobiante tarea.
“Pero que el sueldo de los asesores lo paguen con el salario del cargo para el que lo hayan elegido, con dinero propio o con el de su familia”, apostillan con mala uva. 
Es esa  una concesión diabólica y engañosa: quieren poder acusarlos, obligados por el gasto adicional de asesores y consejeros personales, de llevarse mayor tajada de presupuestos y de aceptar todavía más sobornos que ahora.
Insidias de los siempre acechantes enemigos de la democracia, los nostálgicos de la dictadura.