El todo
contiene a cada uno de sus componentes que, cuando actúan de forma coordinada
se dice que “funciona como un reloj”.
¿Y cuando las
partes de un todo van cada una por su lado y operan según su particular antojo?
El
desconcierto resultante se dice en el español sainetero que es “como el coño de
la Bernarda”, que cada cual soba o acaricia según su antojo sin que ella llame
a nadie la atención.
Más o menos lo
que se dice de ésta España desde que se quedó viuda: nadie se ocupa de su
bienestar ni se preocupa por su honra.
Y la Agencia
de Noticias EFE, que por difundir fuera de España las noticias españolas es
tutelada por el Gobierno Español, es una parte del todo que es España.
Así que si hay
quien diga que España es como lo que Bernarda lleva en su entrepierna, puede
suponerse que esa parte de España también sufre el manoseo que padece el todo.
Un repartidor
de DHL alteró esta siesta el sosiego de la hora para entregarme un paquete
enviado desde México que contenía un libro costosamente editado y profusamente
ilustrado titulado “El testigo y su mirada-50 años de la historia de la Agencia
EFE en México”.
De los tres
años que fui jefe de la oficina de EFE en México narra Antonio Ortega, un
teletipista cuya tarea consistía en pasar a cinta perforada el original
mecanografiado por los redactores, me llamó la atención una falsedad cuya veracidad nadie se molestó en contrastar
conmigo y que, como me afecta, debo desmentir.
Dice el
entonces teletipista—no redactor y por lo tanto no afectado por la elaboración
de originales—que “en EFE, los reporteros tenían una orden casi tajante, todas
las ruedas de prensa con funcionarios que tuvieran que ver con Relaciones
Exteriores o con la Presidencia había que preguntarles cuando se reanudarían
relaciones diplomáticas con España. Era como una obligación”.
Es decir, que
la agencia de noticias EFE era en México una herramienta política camuflada del
Gobierno Español en el que mandaba Francisco Franco.
¿EFE agencia
de noticias o EFE agente del franquismo?
Emplazo a
Carlos Ferreyra Carrasco, Edilberto, Francisco Rubiales Moreno y Manuel Molares
do Val, los cuatro redactores que además del colaborador taurino Ricardo Colín trabajaron
conmigo, para que confirmen o desmientan si, en alguna ocasión, intenté
orientar o condicionar políticamente su trabajo.
Ni mi respeto
a su libertad me lo habría permitido ni su dignidad profesional lo hubiera tolerado.
(Tuve la
suerte de que me distinguieran con su amistad influyentes mexicanos que me
tenían al tanto. Al principio de aquel verano que concluyó con los
fusilamientos que en Septiembre determinaron a México a cortar las relaciones
que no tenía oficialmente con España, el muy poderoso empresario del hombre que
añadió el de la trompeta a los sonidos del mariachi, me convocó a una reunión. “He
estado con el presidente”—me dijo—“y me ha dado a entender que está preparando
la reanudación de relaciones con España”.
Cuando
hicieron ministro en España a Pio Cabanillas, el hombre más allegado al
presidente Echeverría me pidió si podía hacer llegar “la satisfacción del gobierno
mexicano” por el nombramiento.
Mi despedida
de Echeverría en los Pinos fue épica: me encargó que convenciera al gobierno de
Arias Navarro para que lo invitara a hablar en las Cortes Españolas.
¿Por qué de
nada de eso informé? Porque en lo cinco años previos a mi llegada a México
había aprendido el valor del “on the record”, “on background y “off the
record”.
Lo primero puedes
reproducirlo textualmente y atribuirlo a quien te informe, lo segundo sirve
para que se entienda lo que ha querido decir y lo tercero es como si no te lo
hubiera dicho.
La ignorancia
de un ignorante, por lo que de él recuerdo nada desinteresado y más bien
parcial, desmiente con la ayuda de la propia Agencia EFE la trayectoria que
siguió fuera de España como organización estrictamente informativa que era, y
no como agente político de que la señala.
Desde que me
echaron de EFE el año 2000 por haber cumplido 57 años, no he sabido nada de la
dirección de EFE hasta hoy, cuando intenté hablar con su Presidente y alertarlo
de lo que su Agencia había publicado sobre sí misma.
Naturalmente,
la persona con la que me pusieron en contacto, supuestamente la secretaria del
Presidente, no sabía nada del asunto porque, me aclaró, el libro que yo ya
había recibido desde México, a la dirección de EFE todavía no había llegado.
Lo que la
Bernarda lleva entre las ingles es, definitivamente, la casa de tócame roque.