lunes, 11 de noviembre de 2019

PEDRO EL PRESUMIDO



    Ha bastado una frase para desbaratar una patraña: la de que el actual sistema político español es una democracia.
    Porque democracia es un sistema de organización de los pueblos basado en la independencia, soberanía y autonomía de cada uno de los tres poderes (legislativo, ejecutivo y judicial) del Estado.
    Bastó una inoportuna bravuconada del Presidente del Gobierno (la de que daría instrucciones al fiscal general para que actuara) y la tan alardeada democracia española se quedó con el culo al aire.
     Eso lo sabíamos todos desde que, va para medio siglo, la muerte del Dictador empujó a los españoles a proclamarse  una democracia sin saber qué era eso, donde empezaba y donde terminaba el novedoso sistema.
   ¿Y ahora, qué?
   Pues a aguantar el chaparrón y dejar que pase el tiempo hasta que se  olvide la baladronada del que funge como presidente del gobierno y procurar que el que mande, lo haga mal o bien, sea menos casquivano.