Perder el Norte,
una variante de ese estado de ánimo también conocido por estar desnortado, era
antiguamente una forma de definir al que estaba tarumba, que andaba más allá
que más para acá, que le faltaba un tornillo.
Pues en el camino andamos
hacia esa idílica meta que te permite reclamar la absolución por enajenación mental
si decides cargarte al que, por esaborío (¿desabrido?) ya no aguantabas más.
Pero, para perder el
norte, nadie como ese achichincle del tiranuelo venezolano Maduro al que han trincado en Cabo
Verde cuando en ese archipìélago atlántico hizo aterrizar a su aeroplano.
--¿Qué por qué perdió
el norte?
--Pues porque, para
justificar ese aterrizaje, no se le ocurrió nada mejor que culpar al piloto por
un despiste: quería llegar a Rusia, a medio vuelo al norte, y equivocó la orientación.
--Es como si a alguien
de Talavera de la Reina se le hubiera ocurrido viajar a Madrid pasando por Portugal.
--Mucho despiste
sería ese.
--O mucha cara dura
pata pretextar tal dislate(¡¡Bella expresión!!)