Ningún
comportamiento humano es casual sino causal: es la respuesta personal a un hecho que causa y provoca nuestra reacción.
Así que eso de
tanto criticar de boquilla a los que están en condiciones de quedarse con lo
que no es suyo enmascara la envidia de los que ni nos encontramos en sus
circunstancias ni, si nos encontráramos, tendríamos la audacia para
aprovecharlas.
Porque, ¿qué es
un hombre honrado sino el que no ha podido ni se ha atrevido a ser un
sinvergüenza?
Ahí tienen a dos
de los pocos hombres notables a los que de lo único que no se les puede acusar
es de haber robado
Me refiero, en
concreto, a dos a personalidades que Plutarco habría incluido en su catálogo de
“Vidas Paralelas”: Franco y Fidel Castro.
¿Se puede afear
a alguno de ellos que robaran?
Sería
encuadrarlos en la nómina de los tontos porque, ¿para qué iban a robar parte de
la riqueza de España o Cuba, si la totalidad de esas naciones eran de su
propiedad?
Y serían lo que
fueran, pero ni Franco ni Fidel Castro fueron tontos.