Cuando tantos
coinciden en que España necesita acabar con la corrupción para resurgir de sus
miserias y elevarse a las alturas celestiales como el Ave Fénix es que están
equivocados.
Es lógico.
Estos españoles emborregados que caminan agrupados de 1.500 en 1,500 ya no son
lo que era el español genuino que, como Antoñito El Camborio, iba por el monte
solo.
La España
actual necesita lo que la de antes encontró cuando, como ahora, está a punto de
evaporarse la esencia española: un
Alcalde de Zalamea.
Esta vez no
hay que echar franceses, sino a estos españoles del Partido Popular que, lejos
de arrepentirse, se vanagloriaban esta mañana de que en Abril pusieron a
trabajar a casi 120.000 criaturas más.
A los que
sabemos lo que traman no nos sorprende que aumente el número de los sometidos
al trabajo, sino que los del PP estén tan convencidos de su invulnerabilidad
que ni siquiera se disculpan.
A éste paso, los
del PP van a cambiar esta España paradisíaca de holganza, fiestas y
subvenciones en una campo de trabajos forzados y si el PSOE no lo evita, esto va
a ser como la cantera de Mathausen: los españoles normales picando piedra y los
del gobierno vigilando metralleta en mano para que no descansen.
Menos mal que
ya se oyen los claros clarines que anuncian un tiempo, si no más feliz, por lo
menos no tan desgraciado.
Volverán como
las primaverales golondrinas los de PSOE y España recuperará su esencia: en vez
de bajar cada mes el número de parados, aumentará el de despedidos.