viernes, 8 de septiembre de 2017

LIARSE LA MANTA A LA CABEZA



Allá por 1094, los almorávides estaban a punto de tomar el pueblo de Cuarte sin que los cristianos, mandados por el Cid Campeador para intentar levantar el cerco, tuvieran posibilidad segura de conseguirlo.
El mítico capitán cristiano ordenó a parte de los suyos que se liaran sus mantos a la cabeza para que parecieran los turbantes de los sitiadores y los mandó embestir por su retaguardia.
De aquél legendario encuentro entre enemigos irreconciliables se deriva la expresión “liarse la manta a la cabeza”, que equivale a pasar al ataque sin tener en consideración las consecuencias de una posible derrota.
Eran tiempos diferentes a éstos  aquellos del sitio de Cuarte.
Entonces, cuando los almorávides y el Cid, lo importante era vencer derrotando al enemigo.
Ahora, cuando la democracia ha alterado las prioridades para condicionar el fin a los medios, lo que importa es la supremacía de los números.
Ganan  los más y pierden los menos.
Como si los hombres fueran tornillos fabricados en serie. Uno igual que otro.