domingo, 19 de julio de 2020

VIVIUR PELIGROSAMENTE


  De aquí a cien años y cuando nuestros descendientes estudien su pasado, que es nuestro presente, se asombrarán de la mimética estupidez que fue el festejado experimento de la conocida por democracia.
    Y es que, mesmerizados por el buen funcionamiento de la democracia en otros países, se apropiaron de una forma de organización social que estimula el esfuerzo de cada uno para alcanzar el bienestar general.
   Responsabilizando a cada uno de sus ciudadanos de su propio bienestar, según su suerte, su preparación y su esfuerzo, el Estado Democrático sería simple árbitro en las discrepancias ciudadanas.
   Un efecto de esa cesión a los ciudadanos de la tutela que el Estado Dictatorial ejercía sobre todos permitía abaratar los costos procedentes de impuestos.
    Nada de eso ha ocurrido en España:
   --La Democracia ha disparado el costo de sus administraciones públicas con relación al de los tiempos de la Dictadura.
   --La igualdad que la democracia prometía se ha fragmentado en la práctica: a la de ricos y pobres tradicional, y que se mantiene, se ha añadido la desigualdad, proporcional a la sintonía ideológica del individuo con el partido gobernante.
   ¿Y qué?
  --Pues que, para el que mande, su sistema es el mejor porque le permite mandar y, para el que obedezca, cualquier sistema político es malo porque tiene que agachar la cabeza y decir que lo malo es bueno.
--Pero en la dictadura ni eso estaba permitido, mientras que la democracia permite decirlo hasta por televisión.
   --Es que la democracia nos ha quitado a los fascistas hasta lo que nos guirraba: “vivir peligrosamente”.