miércoles, 15 de agosto de 2018

LA ENTRETENIDA MALEDICENCIA




La libertad, si bien se mira, es como el agua para el vino.
Mientras más se agüe el vino, mas sabor pierde.
Dicen los afortunados que han sobrevivido a esa experiencia que el instante que vivieron más intensamente fue aquel en el que creyeron que perderían la vida.
Por eso los fascistas seguimos la recomendación de Gabriele D,Annunzio e intentamos vivir peligrosamente, con los genitales en las amígdalas.
Mientras menos peligro corra el que diga lo que quiere, menos valor tiene lo que diga.
Así que cuando llegue el que ha de limitar la libertad  y al que esperamos con ansia, sabremos qué es verdad y qué es mentira.
(En estos tiempos que corren desde antes de 1975, la gente dice lo que quiere sin temor a que le pase algo malo, porque es igual decir ocho que ochenta).
Solo el temor a las consecuencias de lo que se diga acicata la veracidad.
Si el que mintiera y se demostrara que mintió fuera condenado a morir a pedradas, la gente se tentaría la ropa antes de decir que quieren ser diputados para servir al pueblo.
Sería ese un mundo mucho más honesto que el actual que se basa en la mentira, pero hay que reconocer que sería mucho más aburrido.
¡Qué monotonía de vida sería una vida sin sospechas, sin maledicencias, sin mentiras!
Como la de los ángeles antes de que Luzbel se rebelara contra la servidumbre a la que nació condenado, todo el día  tocando la cítara y la lira.
¡Con lo entretenido que es tocar los testes, que es como se llama a lo que las gallinas ponen y se comen fritos…!