viernes, 15 de noviembre de 2019

POR QUE SOMOS COMO SOMOS


    Como debería ser bien sabido por lo mucho que se ha repetido, lo que no puede ser no puede ser.
   -- ¿Y qué no puede ser, si se puede saber?
--Pues que eso de la democracia, en España, como que no.
   Por algo será.
   Como todas las desgracias, viene de muy antiguo, de cuando unos reyes que mandaban en España, conocidos por católicos, pasaron a una vida todavía más regalada que la que en la tierra habían llevado.
    --Y como la niña que tenían se casó con un mocito que no le daba lo que necesitaba, se volvió loca y el liviano peso de la corona (¿de la corona, o de la jerarquía que significaba ceñirse la corona? pasó a su hijo mayor, el más viejo de los nietos de los abuelos.
   Hasta ahí, todo correcto y acorde con las tradiciones y costumbres de aquella época en la que todavía ni se había intentado Internet.
   Si todo se hizo según costumbres y el reglamento, ¿qué pudo salir mal?
--Todo, porque el que vino a mandar en España no tenía ni pajolera idea de lo que España era, y el que se fue a mandar a Viena en representación del que se había quedado en España no tenía ni pajolera de Austria, pero lo sabía todo de España.
    En definitiva: que el que se vino a reinar a España seguía siendo emperador de Austria y, como emperador, le mandaba a sí mismo, de calidad de Rey de España, que todo el oro, la plata, la cocaína y los guacamayos americanos se los diera para, con lo que sacara, apuntalar el Imperio Austríaco.
    --Pero, entonces, los españoles nunca mandaron en el mundo.
  --Pues no. Eran unos pringaos. Como ahora. Como siempre.