El periodismo de ahora es como el de antes, evolucionado, y
sus origenes fueron los cronistas de la villa, aquellos paniaguados de los
poderosos que les concedían el cargo para que elogiaran sus virtudes y afearan
los vicios de sus adversarios.
¿Qué móvil mueve a
los que desde cualquier basurero de la prensa (radio, televisión, periódicos…)
afean al gobierno por lo que hace y lo elogian por lo que promete hacer?
Aquellos que ya se
benefician de la tutela gubernamental o ansían que el gobierno los ampare.
Porque nunca como
hasta ahora, cuando la democracia (poder del pueblo) disfraza la tiranía de los
más sobre los mejores, los abyectos han tiranizado tanto a los virtuosos.
Es esta una repetición
de la perpetua lucha por el poder, pero ahora disfrazada por la mayor de las
falacias: la de que los más son los mejores.
Así, en lugar de
que los menos numerosos sabios influyan en los más numerosos ignorantes, son ahora
los ignorantes los que guían a los sabios.
Y se nota.