sábado, 5 de octubre de 2019

DE LA VIDA Y DE LA MUERTE


Uno, que es más viejo que el pecado, ha visto de todo. O de casi todo, O casi de todo.
Pero no por eso, si tuviera la voluntad de levantarme tres o cuatro horas antes de la hora a la que me levanto, y contemplara cómo la oscura noche se tiñe de cárdeno paulatinamente por el este, hasta que radiante y soberbio de empine el sol, diría: “hay que ver”.
Como el inicio de la dieta que todos los que no la necesitan recomiendan, o como el peripatetismo circular para no ir a ninguna parte, dejemos para otros el sublime gozo de presenciar las amanecidas.
(Uno prefiere maravillarse de los ocasos más que de los ortos, porque no hay que madrugar y la laxitud que sobreviene después de todo un dia despierto induce al sueño).
--Pero, oiga usted, que nacemos para soportar con alegría y mansedumbre los sinsabores de la vida y disfrutar de la paz y la tranquilidad al morir con la conciencia tranquila. Usted lo que quiere es gozar en vida de lo que nos espera despues de la muerte.
--Es que, como soy tonto…