martes, 21 de septiembre de 2010

YO TAMBIEN QUIERO 60.000 DUROS

Si la Junta de Andalucía fuera tan coherente con sus ideas como dadivosa con el dinero que derrocha, me daría los sesenta mil duros con que va a compensar a las mujeres víctimas del franquismo por raparlas o ricinarlas.
Bibiana Aido, una cachorra de la Junta, es ministra de Igualdad ¿por qué el gobierno que la prohijó nos excluye a los varones de la reparación tardía pero justa que ha dictado para las mujeres, si los hombres sufrimos bajo la despótica tiranía totalitaria del franquismo los mismos agravios?
Hasta el año 1950, y de manera sistemática, a los niños andaluces nos pelaban al cero cada año y, aunque decían que era para librarnos de los piojos, el motivo era otro: enmendar nuestras balbuceantes veleidades democráticas.
Al agravio del rapado se añadía el ultraje del ricino, con que el fascismo decía que nos purgaban por haber abusado del aceite en los hoyos de pan pero que, de hecho, era un estímulo espurio para alcanzar a Dios gracias al Imperio.
Como hay mucha mala uva en Andalucía—a pesar de lo cual podemos presumir con orgullo de la manzanilla, los finos, los moriles-montilla o los pedro ximenez entre otros—no falta quien acusa a la Junta de encubrir motivos electorales en la concesión de los 1.800 euros por los desagravios de las mujeres víctimas del franquismo.
Si esa fuera la razón de la medida, sería incompleta: muchos otros hombres,-- tan hombres como yo o más porque son más jóvenes--, estaríamos dispuestos a votar al Partido Socialista si nos da 1.800 euros (al contado, en billetes y en el momento de depositar la papeleta) en las próximas elecciones.
No solo ganaríamos sesenta mil duros, sino que nos convenceríamos de que esto de la Democracia sirve para algo.

domingo, 19 de septiembre de 2010

ADVERTENCIA GENERAL: CUIDADITO CON ANDALUCIA

Rafael Velasco, ha avisado que los andaluces “vamos a defender con todas nuestras fuerzas” la competencia exclusiva de de la Junta de Andalucía sobre las aguas de la Cuenca del Guadalquivir que transcurren por su territorio.
Mejor que el Tribunal Constitucional, el Gobierno español, las Naciones Unidas y Wall Street se lo tomen en serio.
La advertencia no la ha hecho un mindundi : Velasco, vicemandamás de los socialistas al ser vicesecretario general del PSOE-A, en el que acabarán integrándose de grado los andaluces como en tiempos lo hicieron por fuerza en el Movimiento, es no solo el político más prometedor de Andalucía sino que, a veces, cumple lo que promete.
Y razón no le falta a Velasco. Sabe que los estados se forjan cuando los pueblos extienden su control sobre la cuenca del río que vertebra su territorio, y el Guadalquivir es el espinazo de Andalucía.
Todavía hay tiempo de evitar la irritación de Velasco: bastaría con que, en la sentencia que en su día dicte, el Tribunal Constitucional desmienta el rumor de que solamente dos de sus magistrados respaldan las tesis de la Junta de Andalucía y los demás consideran que es el Estado Español el que tiene competencia exclusiva sobre las aguas de la Cuenca del Río.
En caso de que la tesis de los dos magistrados díscolos a las pretensiones de Velasco se impongan, se abrirá el conflicto sobre todo si “todas las fuerzas” que menciona el vicesecretario no excluyen a las militares.
La Junta de Andalucía podría aducir que no ha completado su control sobre la totalidad de la cuenca del Río que vertebra su territorio nacional por lo que promovería la ocupación de las partes de Castilla-La Mancha, Extremadura y Murcia que vierten sus aguas fluviales en el Guadalquivir.
Y ya puestos a conquistar lo que a Andalucía le pertenece, y por inercia, los andaluces podrían llegar hasta Poitiers, que fue de ellos en tiempos como parte de Al Andalus, cuyo glorioso esplendor tantos morófilos añoran.
El inevitable expansionismo andaluz que provocaría una sentencia desfavorable a las tesis de la Junta del Constitucional podría contagiarse a los romanófilos, hasta ahora adversarios de los morófilos, que ya estudian reivindicar no solo el territorio de la antigua Bética, sino todo el que correspondía a la Hispania Ulterior, con lo que Andalucía llegaría hasta Valencia. Torremolinos y Benidorm podrían ser ciudades hermanas.

jueves, 16 de septiembre de 2010

PEDROJOTA, EL KINGMAKER PRESUMIDO

Si entre las virtudes que tan pródigamente despliega se incluyera la de la discreción, Pedro José Ramírez Codina pasaría por una reencarnación de Philip Leslie Graham.
Pero el director del diario español “El Mundo” da la impresión de que quiere que se sepa que hace a la vista de todos lo que el editor del norteamericano “The Washington Post” urdía en privado: encumbrar y hundir políticos.
Graham depositó sus simpatías políticas iniciales en Richard Nixon, al que el periódico que hizo grande hundió con la cobertura del caso Watergate.
Apoyó a Eisenhower, se empeñó en conseguir que Lyndon Johnson fuera el candidato demócrata frente a John Kennedy hasta que cambió simpatías y forzó la candidatura de Kennedy como presidente y Johnson como vicepresidente en 1960 y, si una profunda depresión no hubiera desembocado en su suicidio, habría continuado cambiando banderas políticas e influyendo en la elección de presidentes de su país.
Como Pedro Jota, padrino de todos los presidentes españoles en el poder hasta que lo pierden. Pero el editor del “Post”, al contrario que el Director de “El Mundo”, cabildeaba, manipulaba e influía al amparo de la discreción.
En Veo 7, la emisora de Televisión que también controla, Pedro Jota ejerció de Pantocrátor la noche del Jueves. Como un Júpiter condescendiente, daba y quitaba la razón de forma selectiva a Soraya Saenz de Santamaría y José Antonio Alonso, portavoz en el Congreso de los populares la primera y de los socialistas el segundo.
A un espectador escéptico del sainete político español lo que los portavoces dijeran le divertía menos que las admoniciones del que, supuestamente, nada pintaba allí si no era demostrar que su sapiencia era superior a la de los dos discrepantes.
Y la conclusión del espectáculo—y que me perdone el kingmaker español si me equivoco—es que apuesta más por Zapatero que por Rajoy, o que quiere que Rajoy le garantice que saldrá ganando más si (“do ut des”) lo mira con mejores ojos y se quita los guantes para aplaudirlo.

martes, 14 de septiembre de 2010

EL CONDOR, LA JUBILACION Y EL TRABAJO

El Ditero no solo cree todo lo que le conviene, sino que es particularmente diligente para rentabilizar los frutos de su fé, por lo que a nadie extrañó que la mañana después de que Zapatero dijera que los que se están formando son trabajadores que sirven al Estado, ya hubiera solicitado “una paguita” para su nieta.
--“Pero si todavía”—se escandalizó Ramón Pichaymedia—“ no ha cumplido los tres años”.
--“Justo”—concedió el activo demandante—“y por eso ésta mañana ha empezado primero de educación infantil. Ya se está formando para servir al Estado Español, y se merece una paga. Lo ha dicho el Presidente”.
Ramón no se mesaba los cabellos porque los había perdido al mismo ritmo con que ganaba madurez y admitió que lo irritaba menos la desfachatez del Ditero que la indiferencia de Salomón por la osadía del contertulio.
--“José Luis Rodríguez Zapatero”—terció Salomón Cabeza Sagaz acuciado por Ramón—“ha vuelto a demostrar que es un Presidente del Gobierno con un solo problema: su genialidad intuitiva hace que se adelante siglos a la ramplonería de sus conciudadanos”.
Sonrió El Ditero enseñando la cinematográfica perfección de sus implantes y Ramón tragó saliva antes de exigir:
--“Eso tendrás que explicarlo”.
Salomón, que estaba deseando que le ofrecieran la oportunidad de demostrar la justeza de que a sus espaldas lo llamaran Alfonso Décimo, arrancó:
--Como sabéis, en la reunión se hablaba, además del paro, de las pensiones. Una mente tan ágil como la de Zapatero mezcla a veces conceptos al intentar exponerlos y fue eso lo que le ocurrió. Pensaba en la injusta anacronía con que, como en algunas novelas enrevesadas, trabajo y jubilación se suceden en la vida del hombre.
Ante el silencio escéptico de Ramón y el mutismo interesado de El Ditero, siguió:
--La gente, hasta ahora, trabaja hasta que se jubila a los 67 años, cuando ya los achaques, las amarguras y a veces la soledad les impiden disfrutar los diez o doce años que, por término medio, les queda de vida. Un fraude.
--“Y eso”—cortó ansioso El Ditero—“¿es lo que Zapatero quiere cambiar?”.
--“Precisamente”—asintió Salomón—“Su idea es que los diez o doce años en que se calcule que pueda vivir una persona después de su jubilación, los disfrute a cuenta a partir de los 25 años, cuando su formación académica se haya completado y esté listo para integrarse como elemento activo en la sociedad.
Disfrutará de esa jubilación anticipada los diez o doce años en que el ser humano tiene más alegría, vigor y ganas de vivir y, a los 35 o 37 años, empezará a trabajar hasta su muerte. Aportará su esfuerzo al bienestar y al progreso de la Humanidad el mismo tiempo que ahora, pero cuando trabajar sea una distracción y no un castigo porque el cuerpo le pide otras cosas en lugar de perder el tiempo trabajando”.
Comprendió el Ditero que, si Zapatero es un incomprendido, es porque le pasa como al Cóndor, que vuela solo porque las demás aves no pueden volar tan alto.

lunes, 13 de septiembre de 2010

ZAPATERO ENTRE ANDREOTTI Y CINCINATO

“En estos tiempos de penuria”-- rumió entre dientes Salomón Cabeza Sagaz-- “ hasta los sentimientos deben dosificarse con tacañería”.
El Ditero y Ramón Pichaymedia, los sufridos acólitos de Alfonso Décimo en la tertulia de viejos, lo miraron como si hubiera dicho que, aunque fuera jueves, hacía calor.
--“Lo digo porque Manuel Molares, un amigo de mi heterónimo Miguel Higueras”—aclaró Salomón—“me llama enemigo jurado de Zapatero, al que dice que detesto”.
--“Es que, si no es verdad”—le reprochó El Ditero—“por lo menos lo parece”.
Salomón le explicó que, para compensar el almíbar de sueldo y cargo, al Presidente del Gobierno le corresponde el sinsabor de la crítica.
--“Ya hará méritos el que lo suceda, y lo está deseando aunque después se queje”,- los tranquilizó Alfonso Décimo—“para que lo pongamos a caer de un burro”.
Naturalmente, y como Salomón quería, El Ditero y Pichaymedia cayeron ingenuamente en la trampa de la provocación y arremetieron contra el provocador.
Alfonso Décimo, transmutado en la representación búdica de Shidarta Gautama, los escuchaba con los ojos entornados como si oyera la mansa caída de la lluvia en una fría noche invernal.
--“Naturalmente que soy un envidioso”—les concedió—“porque también a mí me hubiera gustado ir a China y Japón a aclararles a los mandamases de allí que “La Roja” no es ni Pilar Bardem ni Dolores Ibarruri”.
El Ditero, para el que todo el monte es orégano, lo retó:
--“Pues deberías haberte dedicado a la política de joven para no envidiar a los políticos cuando eres ya viejo”.
En ese momento trascendental, Salomón citó a William Tecumesh Sherman, con la solemnidad debida: “Si proponen mi candidatura para algún cargo no aceptaré y, si me eligen, no lo ejerceré”.
En una insólita alianza, Ramón Pichaymedia se unió al Ditero para afearle a Salomón que, si renunciaba a servir al Estado, apoyara a quienes lo hicieran.
--“Lo haría si”—les replicó¬-“los políticos sirvieran al Estado y no se sirvieran de él. Si su compromiso con la Administración fuera temporal y no una forma de vida. Si imitaran a Lucio Quincio Cincinato y no a Giulio Andreotti, que desde 1946 vive de la política”.
Les recordó que quinientos años antes de que Cristo naciera, el Senado Romano acudió a Cincinato, mientras estaba arando su finca, a rogarle que aceptara ser dictador para salvar a la República de la amenaza de los ecuos. Accedió a regañadientes y derrotó a los enemigos de Roma.
A los seis dias de haberla aceptado y cuando cumplió la misión que el Estado le pidió, renunció al poder absoluto y volvió a su arado.
--“A ciudadanos como Cincinato los admiro. De políticos como los que tenemos en España, lo más piadoso que se me ocurre”—sentenció—“es tomármelos a cachondeo”.