martes, 1 de agosto de 2017

VENEZUELA



¿Por qué los que no saben siquiera si Venezuela está en el hemisferio norte o sur dictan doctrina sobre el laberinto chavista de Maduro y la manera de retroceder a callejones sin salida anteriores a Chaves?
Uno anduvo por allá en unas cuantas de ocasiones, cuando se turnaban en el robo de Venezuela los “adecos” socialdemócratas  y los “copeianos” democristianos.
Era entonces un robo discreto y sistemático, sin prisas pero sin pausas, y lo robado era en botín discretamente convenido entre los ladrones alternantes.
Ilustremos la teoría con la prueba tangible del ejemplo: una de las veces que por allí pasé fue para informar sobre la inauguración de una factoría que Pegaso había construido en Cumaná, uno de esos paraísos caribeños que parecen ideados para rodar películas de vidas felices amenizadas por el riesgo.
De vuelta a España, me encontré en el aeropuerto de Caracas con Aristide Calvani, con el que mantenía relación amistosa desde que nos conocimos en uno de sus viajes como ministro de exteriores venezolano a Washington, donde yo por aquel tiempo vivía y trabajaba.
Aquel domingo se celebraban elecciones, en las que se jugaban la presidencia el candidato que sucedería a Carlos Andrés Perez por los “adecos” y Luis Herrera Campins, por los copeianos.
Como Calvani me pronosticó y le trasladé a Oreja, Pegaso tuvo que renegociar el acuerdo al que había llegado con los antiguos gobernantes venezolanos y la prometedora vida de la Pegaso venezolana no salía de un contratiempo para meterse en otro.
La inseguridad jurídica propia de los países que cambian sus leyes al gusto del que, en cada momento, gobierne.
Y ahora gobierna Venezuela un schauffeur de autobús empecinado en llevar a los pasajeros, aunque vomiten, por el camino que a él de le la gana.