Hay gente normal, (cada vez más difíciles de encontrar), que cuando a
alguien se le ocurre preguntarles por, un suponer, la distancia optima entre
la fe y el conocimiemnto se queda absorta durante medio segundo y, finalmente,
confiesa.”no lo sé”.
Y hay gente lista: de
esa que no sabe cómo pagar la letra mensual del ordenador que ha comprado sin saber para qué
sirve, y que te explica durante media vida por qué no se puede vivir sin ordenador.
Y hay, aunque cada
vez cuesta más trabajo encontrarlos, los que saben tan poco que se admiran de que
haya quien coma, beba, viva, vaya de vacaciones anuales y hasta de vez en
cuando fume sin saber cómo ni por qué.
Hasta que alguien se
lo aclara: “por el estado democrático de derecho”.
Y, como sigue sin
entender, le aclaran que la cosa se basa en que los que tienen mucho deben darle
a los que tienen poco.
Pero lo que, por
fin lo convence es cuando le dicen que hay veces en las que los que no tienen
nada se cabrean y matan a los que tienen más.
--“Ah”, exclama, “les
dan para que no se cabreen y no los maten, o lo hagan mientras más tarde mejor”.
Y es que hablando
se entiende la gente.