lunes, 17 de febrero de 2020

CAMBIO EN EFE

   CAMBIO EN LA PRESIDENCIA DE EFE


Como el relámpago lo es del trueno, el cambio en la presidencia del gobierno de España es preludio del cambio de presidencia en la Agencia EFE.
   Ese ciclo ineludible se ha repetido hoy, al anunciarse el cese en la Presidencia de la Agencia EFE de Fernando Garea, al que había nombrado Mariano Rajoy, por Gabriela Cañas, la primera mujer en el cargo y procedente de El Pais.
   El periódico del que llega a EFE, y que ha servido de plataforma  a la carrera política del presidente del gobierno, avala su lealtad a Pedro Sanchez.
   A la señora Cañas le ocurrirá en EFE lo que les pasó a todos los que la antecedieron en el sillón presidencial: pusieron a la agencia al servicio politico del que la había nombrado, pero con el paso del tiempo se percataron de la Agencia es si no eterna, perpetua y el presidente del gobierno efímero.
   Cuando se percaten ya estarán maduros y resignados a que un nuevo pontífice inciense al nuevo dios.
   La señora Cañas sabe bien que sirve a la Agencia porque el gobierno espera que ponga a su servicio a la Agencia.
    Si algún día le duelen las amígdalas de tanto tragar ya sabe lo que hay que hacer: recordar los dulces tiempos del ayer, recordar aquel cargo de entonces….

DE SEÑORITOS Y SEGADORES


Uno de sus hijos, que fue alcalde de Sevilla, se admiraba de que, por aquellos tiempos en los que conversábamos en un salón del hotel  Alfonso XIII, solo una de las fincas de su padre producía más que la totalidad de las 20.000 hectáreas de las que fué propietario.
   Quizá se le conociera más porque era el propietario de los Saltillo, aquellos mulos bravos, que casualmente pastaban en la finca a la que su hijo aludiría después, sembrada de espárragos cuando vendieron la ganadería.
   Era mi pueblo entonces lo que ahora es España. Como la finca de baldío de los toros era propiedad del propietario de casi todo, España es del que mande en el partido político que gobierne.
   Aunque recorría caminos en su tartana y se presentaba inesperadamente en sus fincas, delegaba la aplicación de su poder en su encargado que, por obedecer al dueño, tenía mano libre para enriquecerse.
    ¿Es más justa la España de después de la democracia que la España de antes de regadío?
    La respuesta a esa pregunta depende del que la conteste.
   Pero en ésta finca de 505.000 kilometros cuadrados tampoco manda el señorito de antes que era su propietario.
    El que manda, y mandando se enriquece, es el gobierno, cuyos intereses aparentemente opuestos a los del amo, coinciden en la conveniencia mutua de que los que aran y siegan, los que dan el callo, no alboroten.