A nadie se le
ocurriría tachar de insensato a Pedro Sánchez siendo, como es, Secretario
General del Partido Socialista Obrero Español.
¿Ni aunque
hubiera dicho que hay que gravar con impuestos adicionales a los bancos para
pagar las pensiones de los jubilados?
Ni así.
¿Ni aunque esos
impuestos fueran para compensar el dinero que el Estado le dio a la Banca para
salvarla de la bancarrota?
Menos todavía porque
no fue para socorrer as la banca privada el dinero que aportó el Estado sino a
las Cajas de Ahorros, que arruinaron los políticos enchufados en sus consejos
de administración.
Entonces,
¿aquella ristra de miles de millones se han perdido para siempre y nadie devolverá
ni una perra chica del dineral que se volatilizó?
Lo más probable
es que no porque los que tendrían que pagar aquel estropicio deberían ser los
partidos políticos, que enchufaron en los Consejos de Administración de las
Cajas a los que en el partido les estorbaban por inútiles.
¿Y el conflicto
que se abrirá en cada uno de los partidos por las culpas que entre los
correligionarios se cruzarán acusándose los unos a los otros?
Pues al final,
cuando solo queden los supervivientes de esas cribas delincuenciales, y libres
los partidos de los perdedores en las disputas, un decreto irrebatible e indiscutible
de la más alta jerarquía prohibirá y erradicará a los partidos políticos por
los siglos de los siglos.
Amén.