sábado, 23 de febrero de 2019

EL FUGITIVO ÁPODO


De que Diego Carcedo y servidor no debimos ser demasiado malos en nuestro oficio lo demuestra lo gordos que estamos (servidor 11 arrobas) y lo mucho que nos reímos mientras trabajábamos.
En vez de pagarnos por trabajar, deberían habernos exigido que pagáramos por hacerlo. Yo hubiera pagado con gusto.
Es la conclusión que ha brotado espontáneamente de mi abotagada sesera tras leer el episodio del espía ápodo que Diego relata en su libro “Sobrevivir al miedo”.
Diego es un narrador excelso: no conozco mayor placer que escuchar, desde una butaca acogedora, el relato de alguna de sus aventuras de nómada.
Falta en su narración de aquella aventura del espía ápodo de Lisboa la parte quizás mas chusca de la aventura, la de la peliculesca negociación que, conmigo como conductor de mi Volkswagen Dasher de dos puertas y dando vueltas por los jardincillos delanteros del Palacio de Belem, mantuvieron el canciller Alonso del consulado y el fugitivo.
El canciller se sentó detrás, el fugitivo en el asiento delantero derecho y yo conducía.
En un momento de las tratativas, el fugitivo avisó de su perentoria necesidad de descargar su vejiga. Arrimé el auto al parterre que circunda los jardines y, como los perros marcan su territorio meando, así  marcó el suyo el prófugo.
Aquella intriga lisboeta y el miedo con el que retiré mi coche del centro de la calle de Washington . donde lo habían atravesado los manifestantes antivietam para taponar el paso de los blindados de la guardia nacional, fueron los más excitantes momentos de mi arriesgada vida periodística.

viernes, 22 de febrero de 2019

NI VALLS PODRIA CON ESPAÑA


Es como el saquito pasado de moda que el rico le regala al pobre para que lo aproveche hasta que se lo reemplace por el que, ya amortizado, le cederá cuando renueve vestuario la siguiente temporada.
Me refiero a Manuel Valls, ese político que cuando los franceses lo desecharon por haberse quedado “demodé”, se vino a España para enseñar a los españoles lo que vale un peine.
En Francia, donde empieza Europa, a Valls le fue divinamente porque llegó a primer ministro que es algo así como mayordomo del señorito, el que le plancha los pantalones y le cepilla los zapatos al Presidente de la Republica.
Su experiencia francesa debe haberle despertado las esperanzas cortesanas: de cola de león que fue, aspira a ser cabeza de ratón en España.
 Así que le ha dado por ser Presidente del gobierno en España y que todos lo obedezcan.
Tiene lógica porque la funcion del primer ministro de Francia es obedecer al Presidente de la República, que lo contrata o lo despide para que lo sirva y lo obedezca.
El Presidente del Gobierno en España, sin embargo, tiene quien le escriba los libros en los que su nombre aparezca como autor, va gratis en avión hasta al cuarto de baño del palacio en el que vive de balde y, si le diera la gana de ir a Timbuctú y no le apeteciera hacer el viaje, le traerían Timbuctú con el olor de los cagajones de sus burros y todo, al dintel de su palacio.
Hay gente inocente que se pregunta si Valls serviría para Presidente del Gobierno de España.
Tiremos del archivo del pasado para que nos de un pronóstico de ese posible futuro: si España sobrevivió a Zapatero y su débil corazón sigue latiendo a pesar de Sanchez, sin duda sobreviviría hasta a Valls.
 Y es que España es eterna, como el gazpacho. Ni el afrancesado Valls es capaz de superar a los españoles que, desde que dios mandó que se hiciera la luz y la luz se hizo, están empecinados en cargarse a España.

jueves, 21 de febrero de 2019

LA DISCRECION DE PEDRO SANCHEZ


Que la ciudad y el mundo (urbi et orbe) lo sepan: si buscan  a un chismoso que propale lo dicho en una conversación privada, Pedro Sanchez es su hombre.
Y que el rey. que lo es de todos los españoles, aprenda que no todos los españoles son tan discretos como para no difundir públicamente y sin permiso lo tratado en una charla privada.
Es lo malo de la democracia, esa aberración de que todos somos iguales que la vida desmiente: si fuéramos iguales, todos seríamos chismosos como Pedro Sanchez o discretos como los que lo antecedieron en la presidencia del gobierno.
Y es que en éste mundo escandalosamente publicitado en que vivimos, todos los humanos cabemos sin renunciar  a lo que nos de gustirrinin.
Si a Pedro Sanchez le gusta salir en la televisión y hablar de intimidades, ¿por qué no concursa en “mujeres , hombres y viceversa”? 
Todos loas oficios, en éste mundo globalizado, son honorables y su honorabilidad no depende de lo que se hace, sino de la manera que se hace.
¿Por qué, si lo que pirra al compañero Sanchez es contar lo tratado en la privacidad de un despacho, no prueba a contar lo que haga en la privacidad del catre?


viernes, 8 de febrero de 2019

EL SUSTANTIVO ESPAÑA Y EL CALIFICATIVO DEMOCRATICA


No estan estos tiempos de tribulación para andarse con el bolo colgando.
(El bolo era el machete de los soldados españoles en Cuba , a los que se recomendaba que siempre lo tuvieron empuñado  y listo, para repeler ataques de los mambises).
Ni siquiera para algo tan baladí como distinguir el sustantivo del calificativo sirven los que nos conducen por el camino de la tribulación y el despropósito porque, aunque no querían mandar, lo hacen porque los que los obedecemos les pedimos que nos mandaran.
Vamos a dejar de darle capotazos al toro para, sin más preámbulo, despacharlo de una estocada pescuecera:
Años antes de que se muriera el que nos habia engañado a todos alentando nuestra creencia de que era inmortal, ya se hablaba de la democracia pero a escondidas y con sonrojo, como si fuera una leperada.
Fue morirse el timonel que impedía que encallara el barco siempre desarbolado de España y se lió el lío: lo importante (el sustantivo España) quedó relegado en relevancia al calificativo democrática.
Así que los que ni dejan al Caudillo que descanse en la paz que se ganó al vencerlos en la guerra, se han empecinado en que es mejor una democracia sin España que una España sin democracia.
Ay estos tunantes vendeburras que individualmente son sumisos y en patulea aguerridos… 
Ya es febrero tiempo en que, como los perros, vayan a echarse.